«Sí, señor, de nacimiento -repuso el ciego con naturalidad-, No conozco el mundo más que por el pensamiento, el tacto y el oído. He podido comprender que la parte más maravillosa del Universo es esa que me esta vedada. Yo sé que los ojos de los demás no son como estos mios sino que por si conocen las cosas, pero este don me parece tan extraordinario que ni siquiera comprendo la posibilidad de poseerlo. – Quien sabe…- manifestó Teodoro»
Marianela, de Benito Pérez Galdós
El 80% de la información que procesa nuestro cerebro a lo largo del día se realiza a través del sistema visual. Éste es un sistema complejo que no sólo enfoca la luz en la retina, sino que permanentemente busca, analiza, identifica e interpreta las imágenes, siendo el cerebro quien realmente realiza la mayor parte del trabajo. Para ello, existen diversos subsistemas que juntos componen la visión y que deben trabajar de forma totalmente óptima y coordinada para que el resultado sea una visión cómoda y eficiente, capaz de adaptarse a todas las necesidades y demandas diarias, cada vez más exigentes en la sociedad actual.
La optometría es la ciencia que se encarga de la salud visual mediante procedimientos no invasivos, es decir, que no hacen uso de cirugía ni fármacos. La mayor parte de los problemas visuales pueden remediarse mediante procedimientos optométricos, los cuales incluyen el uso de lentes oftálmicas, lentes de contacto (convencionales o especiales) así como la terapia visual, utilizando estas técnicas bien de forma aislada o bien combinada. Las patologías que requieren actuación farmacológica o quirúrgica son realmente muy excepcionales en la población general, salvo en la población mayor de 60 años. Por el contrario, la mayoría de problemas visuales son anomalías o disfunciones cuyo tratamiento indicado es el optométrico, siendo éste con frecuencia el único posible.
Por su parte, la optometría comportamental es un área de la optometría en la que se aborda el estudio de los problemas visuales desde una perspectiva integral, teniendo en cuenta todos los factores que pueden afectarla y que forman parte de la realidad del paciente. Así, el examen por parte de un optometrista comportamental evalúa habilidades visuales específicas como la acomodación (capacidad de enfoque) la binocularidad (coordinación de ambos ojos trabajando conjuntamente y capacidad de convertir las dos imágenes en una sola de mayor calidad) o la percepción visual a nivel neurocognitivo.
«- Todo eso que dices primita – observó el ciego -, me prueba que con los ojos se ven muchos disparates, lo cual indica que ese órgano tan precioso sirve a veces para presentar las cosas desfiguradas […].
– Tienes razón, primo. Por eso digo yo que nuestra imaginación es la que ve y no los ojos.»
Marianela, de Benito Pérez Galdós
¿Qué aporta la optometría comportamental?
Por razones evolutivas, nuestro sistema visual está diseñado para proporcionar una buena imagen visual de objetos situados a larga distancia, así como del espacio circundante, formando una sensación tridimensional de profundidad, que permite calcular con precisión distancias y tiempos de alcance asociados al movimiento. El resultado es un sistema extraordinario, una herramienta increíblemente avanzada para la supervivencia que posiblemente tiene buena parte de la culpa de nuestro éxito evolutivo como especie. Sin embargo, los hábitos de vida han cambiado vertiginosamente en los últimos 100 años, y a un ritmo mucho mayor en los últimos 30, obligándonos a forzar cada vez durante más tiempo en visión próxima (lectura, ordenadores, dispositivos móviles, etc.). El resultado es un estrés o tensión visual que da lugar a una gran variedad de síntomas desagradables e incluso incapacitantes en algunos casos: visión borrosa, ojos fatigados, dolor ocular o dolor de cabeza, picor, irritación o lagrimeo en los ojos, mareos, etc. Por otro lado, tales problemas pueden aparecer debido a un desarrollo inadecuado del sistema visual, y no tanto por el abuso de hábitos perjudiciales. Ello afecta especialmente a los niños, los cuales son muy sensibles a estos problemas, pues el proceso de aprendizaje se basa fundamentalmente en la lecto-escritura, y ésta en la visión. Adicionalmente, hay otros problemas visuales como el estrabismo o la ambliopía (ojo vago) que pueden tratarse con un enfoque optométrico comportamental, con excelentes resultados en muchos casos, a través de métodos siempre libres de riesgos y efectos secundarios. Por todo esto, tener una buena agudeza visual de lejos, no garantiza en absoluto que nuestro sistema se encuentre a pleno rendimiento. Es necesario un examen mucho más profundo y completo. Este examen es el que lleva a cabo la optometría comportamental, así como el tratamiento para solucionarlo. Se trata de un enfoque integrador en el que no se consideran solo los ojos, sino a la persona como un todo y el problema visual como una parte de ese todo.
¿Cuál es la solución?
Para abordar el problema desde la optometría comportamental, se estudia el desarrollo de la visión, el efecto del estrés y la respuesta del sistema ante diferentes demandas. Con ello se puede elaborar un plan de terapia visual personalizado para cada persona. En muchos casos será conveniente (a veces, necesario) llevar a cabo terapia visual para potenciar al máximo las capacidades visuales y proporcionar un rendimiento óptimo bajo cualquier circunstancia, por exigente que sea. El objetivo es trabajar con el paciente conjuntamente, ayudándole a que desarrolle las habilidades visuales que le permitan disfrutar de un confort pleno o alcanzar sus metas académicas o profesionales.
¿Quién puede beneficiarse?
En principio, la mayoría de la gente puede beneficiarse de una optimización de su sistema visual. Pero hay una serie de grupos de población en los que existe una necesidad más evidente:
- Personas con fatiga visual o síntomas astenópicos (borrosidad, dolores de cabeza, escozor de ojos, etc.)
- Niños con problemas visuales relevantes: estrabismos o ambliopías
- Niños con problemas de lectura o aprendizaje.
- Niños que parecen descoordinados en las actividades físicas (deporte, etc.)
- Niños con problemas de comportamiento
- Personas que trabajen mucho con ordenador
- Personas con trabajos muy exigentes visualmente o que presenten síntomas como irritación de ojos, quemazón, visión doble, dficultad de enfoque, etc.